FUNDAMENTOS BÍBLICOS
NECESARIOS PARA UN PROCESO EVANGELISMO/DISCIPULADO MASIVO>
A partir de los años 80,
se ha visto una evolución significativa de ciertos temas que no han dejado de
ser polémicos, tales como la guerra espiritual y la intercesión. Aunque ahora
el asunto no sea ya tratado con la misma vehemencia que tanto defensores como
detractores lo hacían, la tendencia actual es la de enfocarlos en la toma de
ciudades debido a los casos de crecimiento explosivo de la iglesia en diferentes
ciudades en el mundo.
Sin embargo, la
responsabilidad de la iglesia en la toma de ciudades, no es un asunto nuevo, ya
que está directamente relacionado con el ROL SACERDOTAL PROFÉTICO E HISTÓRICO
a la que ha sido llamada para iniciar el proceso de reconquista del mundo para
nuestro Dios y Su Mesías, de tal manera que la predicación del evangelio a
todo ser humano en todo el planeta es el anuncio previo del acercamiento y
futura llegada del reino de los cielos en la persona de Jesús el Señor y Rey
de Reyes. A través de la historia
se puede ver la manera en que el Maligno se ha opuesto a que la iglesia cumpla
con este rol, logrando introducirse dentro de ella para contaminarla y
“anatematizarla”, ya que no puede hacerle frente por la naturaleza propia de
su regeneración espiritual por la Palabra y el Espíritu de Dios; por lo que
hay que enfocarse en la preparación adecuada e inteligente para que la iglesia
como cuerpo cumpla con este rol sacerdotal histórico.
Redefiniendo
el rol histórico profético de la
iglesia.-
Cuando se recibe la carga de iniciar un proceso que resulte en una apertura espiritual de las “puertas de una ciudad” al evangelio, es necesario evaluar seria y honestamente las condiciones morales, actitudinales, conductuales y espirituales de la iglesia como un solo ente en la ciudad. Esto es así ya que, según las Escrituras, es la iglesia como cuerpo la que en una ciudad tiene la autoridad y la comisión de establecer el reino de Dios en la vida de las personas y provocar un radical cambio que repercuta socialmente. Esto debido básicamente a tres verdades fundamentales en la Palabra:
La obra expiatoria, redentora e intercesora de nuestro Señor Jesucristo como sacrificio sustitutorio y Sumo sacerdote ante Dios a favor de los seres humanos. Heb. 4:14-5:10.
La misión histórica de la iglesia del Señor Jesucristo mediante la predicación del evangelio
bajo la supervisión y obra del Espíritu Santo con el respaldo de un testimonio de integridad
y santidad corporativo, social e individual, "prevalecer
sobre las puertas del hades".Mat. 16:18, Hch. 1:8, Rom. 1:16, Efe. 5:1, Tit. 2:14.
El mantenimiento de la extensión del reino de Dios hasta alcanzar a cada ser humano en el planeta generación tras generación. Mat. 28:18-20.
Algunos textos claves con respecto a esto que afirmo
son:
“…edificaré Mí
iglesia y las puertas de la muerte no prevalecerán contra ella.”
“… mas vosotros sois
linaje separado, realeza sacerdotal, etnia santa, pueblo de exclusiva posesión
de Dios, para que así, las proezas anunciéis del que os llamó de la oscuridad
a la admirable luz de Él.”
“Exhorto, pues, que lo
primero de todas las cosas, sean hechas peticiones, oraciones, intercesiones, y
actos de agradecimiento a favor de todo el género, …, para que una vida
tranquila y sosegada llevemos en toda piedad y respetabilidad.”
“… y compraste para Dios con Tú sangre de toda tribu, dialecto, pueblo y etnia y los hiciste un reino y sacerdotes
y reinarán sobre la tierra.” Mat. 16:18, 1 Ped. 2:9, 1 Tim. 2:1-4,
Apo. 5:9-10[1], por lo que el periodo de
vida en esta tierra es preparatorio y formativo para poder reinar juntamente con
el Mesías; y el rol sacerdotal tiene que ver con la preparación adecuada de la
iglesia para poder reinar junto con el Mesías en Su reino, por lo que el
cumplimiento de esta función de la iglesia es extremadamente importante y
trascendente. Si la iglesia como un conjunto no cumple con estas
responsabilidades, se encuentra en una seria y peligrosa existencia religiosa
conformista.
Condiciones necesarias y suficientes
para un proceso.- La correcta y adecuada comprensión de este rol histórico y del carácter
sacerdotal y profético de la iglesia en relación al ministerio kerigmático,
necesariamente lleva al diseño, aplicación, provocación, ejecución y
mantenimiento de un proceso de evangelismo y discipulado masivo al nivel de una
comunidad, requiriéndose necesariamente, de que la iglesia cumpla dos
condiciones establecidas en las Escrituras, que exigen respuestas actitudinales
y conductuales en el grupo de creyentes que asumen la responsabilidad de llevar
a cabo un proceso tal que inclinarán
las actitudes de unos y otros en pro de una verdadera unidad espiritual
respetando las diferencias idiosincrásicas que el Espíritu de Dios acepta; y
da lugar al inicio de acciones tendientes a la formación de la base de intercesión proevangelística como un primer movimiento. Estas
especificaciones fundamentales constituyen la esencia de la
existencia de cada creyente en esta vida, Jn.
17:17-23 y son:
CONDICIÓN
1.- Santidad integral en
sus miembros y congregaciones por un
sostenido énfasis en la sana doctrina, respetando
las diferencias sobre aspectos y tópicos doctrinales, litúrgicos u otros
propios de cada parte del cuerpo de Cristo, pero manteniendo una sólida
apologética sobre los temas y doctrinas
absolutas de las Escrituras frente a cualquiera.
CONDICIÓN 2.- Unidad del cuerpo de Cristo, siendo solícitos en promover, mantener y defender la unidad espiritual y corporativa entre sus miembros, así como lo que sea necesario para la restauración de aquellos que por alguna causa tropiezan en el camino de la fe, sí y solo si manifiestan una verdadera actitud de arrepentimiento en la acepción bíblica concretando como objetivo básico de la iglesia una:
Evangelización
como resultado de las dos condiciones anteriores, promoviendo todo lo que sea
necesario para cuidar y mantener el crecimiento de las iglesias y de la
extensión del reino de Dios tanto local como nacional y mundial mediante la
promoción y apoyo de misiones de corto y largo alcance.
De tal modo que se debe
hablar de “un proceso” y no de un “programa” o “evento”. Enfocado de
esta manera y bajo la consideración de los prerrequisitos definidos, un
proceso exige un elevado nivel de compromiso corporativo traducido en una
conducta obediente y santa; y en una disposición perseverante hasta la
muerte. Tal es la situación de los planes de evangelismo masivos. Recuérdese
que en esta dispensación, es la iglesia en su condición de “cuerpo” la
llamada a prevalecer sobre las puertas de la muerte, por lo que no se debe
pensar en que “Dios levantará un Josué o un Moisés moderno” para iniciar
o dirigir un proceso masivo. De darse, esto sería un “recurso temporal atípico”
al que el Señor recurriría, después de llamar a la iglesia de una ciudad a la
unidad verdadera en base a la sana doctrina, la buena conducta del pueblo en
general, la irreprochabilidad moral, social, ministerial y familiar de los
ministros, entre otros aspectos requeridos en las Escrituras para una vida
espiritual altamente productiva; hasta lograr el despertar necesario del grupo
preparado para el efecto.
La vida
espiritual absoluta.-
Uno de los primeros pasos, es iniciar la promoción de “verdades absolutas”, es decir, comunes a todos los que han nacido de nuevo por su evidente y contundente argumento bíblico. Recuérdese que se está hablando de creyentes con cierta madurez y discernimiento que desarrollan una carga por los habitantes de una ciudad, no de creyentes recién convertidos y en un necesario desarrollo y discipulado.
Estos principios bíblicos, adecuadamente presentados servirán:
Primero.- Como indicadores del estado espiritual, emocional y conductual de los pastores y ministros de una ciudad y de su verdadera naturaleza interna:
a) Los que son de Dios, nacidos de nuevo, reconocerán el fundamento bíblico y reaccionarán inmediatamente y de modo favorable a estas propuestas doctrinales de trabajo adoptándolas inmediatamente y adaptándolas para su aplicación en las congregaciones donde sirven.
b) Aquellos que las Escrituras describen como “corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia”, 1 Tim. 6:5, o como “habladores de cosas perversas” Hch. 20:30, serán puestos en evidencia por las mismas Escrituras ya que, al estar llenos de soberbia, esta engendrará contienda y será manifiesta su verdadera naturaleza al oponerse, no al contenido doctrinal de estos puntos, sino a la aplicación de los mismos en sus congregaciones, por el miedo a perder un liderazgo fraudulento y usurpado; y
c) Un tercer grupo serán los “tibios”: líderes religiosos de ambos géneros que sin haber nacido de nuevo, no le darán la atención debida al asunto por estar obsesionadamente ocupados en el activismo religioso proselitista laodiceano: llenar un local arquitectónicamente lujoso con miles de asistentes por la elevada recaudación diezmal.
Segundo.-
Permitirán reconocer a aquellos que han
desarrollado el sacerdocio a un nivel de madurez proporcional a su caminar con
Dios y en la misma medida una responsabilidad manifiesta por la etnia a la que
pertenece o al grupo humano con el cual convive en una ciudad.
Para lograr y mantener estas condiciones y
objetivo, se debe elaborar y planificar programas eclesiásticos que resulten en
acciones concretas dirigidas a tres áreas específicas que permitirán una
adecuada introducción de los creyentes de una congregación dentro de un
enfoque responsable de compromiso con la comunidad. Estos planes y programas
promoverán, entre otros aspectos:
El ejercicio del sacerdocio intercesor congregacional y corporativo
El cuidado de la salud espiritual y emocional de los miembros y congregaciones
El discipulado permanente y efectivo para el crecimiento espiritual, emocional y mental de los creyentes
Un proceso enfocado en estos aspectos,
determinará un rumbo definido para cualquier congregación en dirección de la
voluntad específica de Dios en todo orden, verificando esta voluntad divina en
cada decisión y acción, tanto de la congregación como de sus miembros en todo
el espectro del diario vivir. Se caracterizará por cinco funciones vitales que
se constituyen en bases y soporte estructural del ejercicio sacerdotal profético
definido en 1
Ped. 2:9,
de tal modo que la consolidación, el crecimiento, desarrollo y fortalecimiento
de los miembros giran en torno a estos cinco elementos:
Estudio
bíblico y desarrollo
Oración.- El privilegio sublime de aquellos cuyos pecados han sido perdonados por la cual acceden a la presencia misma de Dios en el Lugar Santísimo para tener una íntima y estrecha comunión con el Padre, y recibir Su gracia sin medida para sí mismo y a favor de otros.
Adoración.-
La máxima expresión de estética (música y formas artísticas no
mundanas) dirigida en gratitud y profundo amor a Dios que resulta de un
espíritu vivo, de un alma libre de culpa y de un cuerpo que se rinde en
sacrificio vivo y santo para Dios: una persona completamente restaurada a
la imagen y semejanza de Dios en la persona de Jesucristo por el nuevo
nacimiento que expresa su gratitud en admiración, obediencia y temor
reverente.
Estas tres disciplinas o ejercicios espirituales se verán reflejados en
respuestas actitudinales a nivel personal, familiar, congregacional y social:
Comunión y servicio
Evangelización
La aplicación y desarrollo de estas funciones provocará un primer efecto: la congregación se vuelve en una alternativa atractiva para cualquier persona sobre la cual el Espíritu de Dios esté obrando por la frescura y vitalidad de la vida espiritual y relaciones comunitarias. También ocurrirá el mismo efecto sobre quienes, por motivos desagradables de mencionar, se han apartado de las congregaciones. Por la práctica de estas disciplinas, se llegará a examinar y si es necesario cuestionar y refutar “las tendencias teológicas de última moda”; se incrementará una convicción sobre la necesidad de “refrescar” y volver a los conceptos y ejemplos bíblicos sobre la supervisión de la iglesia local que fomentará y promoverá un movimiento para la restauración de los cinco ministerios de capacitación descritos en Efe. 4:11, a fin de lograr el cumplimiento de la voluntad de Dios revelada en las Escrituras en relación a la salvación de las personas para una ciudad en particular. Esto no resultará de congresos o encuentros "internacionales" con predicadores de alta cotización, sino del trabajo formativo, orientador y sobre todo bíblico hasta llegar a la madurez necesaria que permite al Espíritu Santo señalar claramente aquellos preparados para ejercer públicamente las funciones de capacitación mencionadas en Efe. 4:11. Debo recalcar que no es una sola persona que puede realizar estas cinco funciones. Esto va en contra de lo establecido como dirección y liderazgo de las congregaciones que sigue un modelo netamente judío de pluralidad y no de un solo hombre al frente de la congregación que es el modelo romano que luego dio paso a la iglesia romana. Estas personas que cumplen estas cinco funciones no son lideres formados de seminario, ni "ungidos" señalados por foráneos sino personas con un altísimo compromiso con Dios quienes lo conocen muy bien por dominar las Escrituras y sobre todo sencillos y humildes.
Lo que es común a todo creyente nacido de nuevo.-
Uno
de los principales obstáculos a este tipo de labor los constituyen los dogmas esquizoideos sectarios
fomentados por ministros fraudulentos y usurpadores. Ante estos venenos, la promoción de
verdades absolutas que permiten un acercamiento de aquellos que “son
aprobados”, 1 Cor. 11:18-19; constituye un primer frente de trabajo
intenso y a la ves se vuelve en un frente de batalla espiritual, no contra
“demonios”, sino contra conceptos intangibles que se manifiestan en
actitudes arrogantes y conductas facciosas y avarientas, 2 Cor. 10:4-6,
que deberán ser combatidas con la promoción y demostración de seis “verdades
absolutas paradigmáticas”
(entendiéndose que es en el marco de toda la Escritura, no solo de una parte de
ella) que resumen el plan y la voluntad de Dios para la obra en cada ciudad:
El
deseo de Dios: la salvación y el adecuado
conocimiento de la verdad de todas las personas en una ciudad y su entorno para
amar y servir con libertad, 1 Tim. 2:4,
Mat. 22:36-40. El
Supervisor de Dios: creando y manteniendo condiciones
espirituales, morales, ministeriales, eclesiásticas y testimoniales para que el
Espíritu Santo pueda obrar en las
personas trabajando para Él, para que
pueda realizar Su labor iluminadora y
redargüitiva. 1 Cor 2:1-5, Jn.
16:8-11, 2 Cor. 4:4, Efe. 2:2. El
elemento a utilizar; el evangelio de Dios, el cual garantiza
una profunda transformación, no solo del ser interior de cada individuo, sino
que provoca un efecto colectivo de transformación social, Rom. 1:16-17. El
agente a utilizar;
Su iglesia, como cuerpo del Mesías, a quien se le encomendó esta labor de manera
específica y cuyos miembros se convierten en sacerdotes proféticos por nuevo
nacimiento y deben ser debidamente capacitados para tal propósito,
1 Cor. 3:9, 2 Cor. 5:17-20, 1 Ped. 2:9, Efe.4:11-16. El
método a seguir; que consiste en la demostración del poder transformador del evangelio en el carácter y
conducta de los miembros, presentándose a sí mismos como evidencia del
poder del Resucitado, Mat. 5:14-16, Luc.
4:18-19, 2 Cor. 2-3, 1 Cor. 4:16, 11:1, Fil. 3:17. El
resultado que quiere Dios: una verdadera
y profunda conversión de los individuos volviéndose a El multitudinariamente,
viviendo para demostrar Su poder y amor a las potestades espirituales para
mantener restringida la acción demoníaca para que muchos otros se salven a
fin de que regrese Jesucristo a tomar posesión de Su reino, y al final volver a
aquella comunión estrecha y especial que quiso al principio,
1 Tim. 2:3, Jn. 3:16-17, Efe. 3:10, 2 Tes. 2:7, Apo. 5:9-10, 21:1-22:5.
Creyentes con un alto sentido de responsabilidad, madurez y discernimiento, sabrán que estos puntos no requieren ser analizados o examinados, por si acaso contienen algún “germen de herejía”, sino que de hecho los reconocerán por ser parte del estilo de vida que llevan.
Definiendo
una meta común.-
El trabajo de promoción de estos puntos requiere de un esfuerzo y tesón persistente ya que se deberá romper esquemas conceptuales tradicionales que han impedido la labor del Espíritu Santo, evitando, incluso la exagerada promoción de estos puntos como “el más reciente redescubrimiento de la frescura del Espíritu” o cosas parecidas resultado del “marketing cristiano”. El primer paso en dirección de provocar, ejecutar y mantener un proceso masivo de evangelismo y discipulado es aplicar estos elementos en la congregación que se supervisa, de manera gradual y progresiva hasta que la mayoría hayan desarrollado una pasión y visión global; y el estilo de vida sea caracterizado por las cinco funciones sacerdotales mencionadas anteriormente, reflejándose en un crecimiento sostenido.
LA BASE EN EL EJERCICIO SACERDOTAL PROFÉTICO
¿Profético y estratégico?.-
Al hablar de un proceso masivo con rasgos operativos de intercesión
profética y confrontación estratégica, primero
es necesario aclarar un poco sobre lo de “profético” y “estratégico”.
En relación con lo primero, básicamente se está hablando de una función
propia correspondiente al nuevo orden sacerdotal establecido por el Señor desde
Pentecostés en Jerusalén, al haber cumplido y satisfecho los requerimientos
jurídicos y espirituales de la Ley. Con respecto a lo segundo, tiene directa
relación con el mandato de proclamar el evangelio en base a la victoria
definitiva sobre Satanás y sus huestes confrontando y destruyendo sus ataduras
histórico -generacionales- sociales que impiden la liberación masiva de las
personas para aceptar el mensaje del evangelio y ser salvados y transformados
por el nuevo nacimiento. Esto más como un asunto relacionado directamente con
el “kerigma” bíblico y se enfoca en dos aspectos fundamentales:
La razón de ser de la iglesia en una comunidad por su origen y naturaleza intrínseca de crecimiento: Jesús, el Señor y Dios, la edifica generacionalmente por la obra y presencia del Santo Espíritu y la provisión de la gracia de Dios, sobre la acción didáctica y directiva conjunta de cinco ministerios para el desarrollo y madurez en el ejercicio sacerdotal profético y aplicación de la autoridad divina delegada, imponiéndose sobre las tinieblas mediante la proclamación del evangelio y liberación de los cautivos globalmente del Maligno.
Lo que esta debe ser en la sociedad: una comunidad que por su testimonio, conducta y acciones, haga reflexionar acerca de la persona de Dios; que por su condición sacerdotal mantenga condiciones aceptables de convivencia social, 1 Tim. 2:1-2; que por su autoridad moral y ética mantenga en niveles pobres e intrascendentes tendencias sociales y filosofías opuestas al carácter de Dios, 2 Cor. 10:4-6.
Si en la ciudad no hay una disminución significativa de los niveles de
maldad y de la “densidad espiritual demoníaca” que se opone a la obra del
Espíritu Santo sobre los inconversos y se evidencia por el mantenimiento
o aumento del caos y desorden social manifestado en las formas de crimen y
delincuencia general (pandillerismo, drogas, prostitución, robos, asesinatos,
peleas, brujería, alcoholismo, etc.) entonces, cualquier plan masivo o actividades evangelísticas
conjuntas o independientes solo redundaría en un “conversionismo”, es decir, que el
resultado que se lograría sería “aparente”: un crecimiento ficticio en el
sentido de que solo se podría lograr que las personas en cantidades no
significativas, “cambien de religión” sin que nazcan de nuevo. Esto llevaría
a un estado espiritual muy preocupante, ya descrito por el Maestro en Apo. 3:14-18: una “iglesia” muy activa en sus propias fuerzas, pero sin
que tenga un crecimiento efectivo y
saludable, cayendo en la desesperación de “hacer algo para el Señor”
independiente del Espíritu Santo y de la Palabra Escrita.
Si a pesar de que el evangelio esté siendo predicado, no existe una
disminución medible en el nivel de densidad espiritual y un incremento en la
influencia del Espíritu Santo en la comunidad por la presencia de la iglesia
evidenciado en el crecimiento sostenido de esta, entonces, se tiene un estado
esquizoideo sectario muy grave que fortalece la acción de las tinieblas.
El proceso en base al ejercicio
sacerdotal profético.-
Por lo que, una etapa primaria constituye lo
mencionado en líneas anteriores como un trabajo previo que permitiría una
siguiente fase que se caracteriza por el incremento de congregaciones que captan
y desarrollan la misma tendencia e implementan el mismo proceso con sus matices
idiosincrásicos propios que adornan la sabiduría de Dios. Esta siguiente fase
incluiría las siguientes actividades:
Formación, capacitación, consolidación y afirmación de grupos de intercesión en las congregaciones para el ejercicio sacerdotal profético mediante la cobertura bíblica, permanente, responsable y madura de los ministros en las congregaciones, teniendo un “mínimo necesario” de congregaciones bases directa y permanentemente involucradas de tal modo que sean los focos motivadores, proveedores e impulsores del proceso, 1 Cró. 29:11.
Integración y
operabilidad de redes de intercesión zonales y locales en programas de
cobertura intercesora y desarrollo de operaciones confrontativas para lograr las
condiciones necesarias y suficientes para la restauración de los cinco
ministerios descritos en Efe. 4:11-16.
Posicionamiento de los ministros de Dios y del cuerpo de Cristo en lugares estratégicos de guerra espiritual de alto nivel. Ecle. 9:14-16.
La base del proceso.-
El esquema del trabajo que permitiría la consecución de las
condiciones propicias para la ejecución de procesos masivos en la ciudad se
resumiría en las siguientes etapas:
1. La generación, formación, consolidación y
afirmación de núcleos congregacionales de intercesión que desarrollen una
mentalidad corporativa identificándose con el cuerpo de Cristo en la ciudad
mediante la implementación de un programa de cobertura al ministro y su familia
en términos bíblicos.
2. La extensión del radio de acción espiritual
de estos núcleos de intercesión hasta llegar a involucrar a la mayoría
posible de congregaciones y ministros bajo cobertura en distintos sectores de la
ciudad, promoviendo su integración mediante la formación de unidades
pastorales y/o conjuntos ministeriales.
3. La consolidación e integración de estos núcleos
en redes locales y simultáneamente el fortalecimiento de las unidades y/o
conjuntos ministeriales formados hasta integrarlos en un frente de trabajo
unidos e identificados con la ciudad y el concepto de cuerpo de Cristo en la
misma, siendo plausible la formación de una Institución representativa
ministerial de la ciudad que asuma el liderazgo conjunto de la dirección del
proceso.
Estos tres pasos constituyen el trabajo denominado
BASE DE
INTERCESIÓN
CONGREGACIONAL Y CORPORATIVA PROEVANGELISTICA y da lugar a la ejecución del proceso masivo
de evangelismo con resultados altamente efectivos y permanentes.
Avanzando.-
En este punto el trabajo de intercesión adquiere el matiz de apostólico
y profético; y el Espíritu Santo posiciona a aquellos descritos en Ecle. 9:13-16, en “sitios” estratégicos de guerra
espiritual a nivel de la ciudad. Los siguientes pasos ya son el proceso en sí
mismo:
4. Un conjunto ministerial -integrado, no por
“líderes”, sino por hombres fieles e idóneos en todo sentido con una función
supervisora dada por el Espíritu Santo en términos de los cinco ministerios-
que provea de cobertura espiritual, logística y jurídica al proceso y a sus
componentes ejecutores; y una Red de oración vinculada y dependiente del
conjunto integrada por grupos de intercesores en ejercicio sacerdotal profético
de muy alto nivel que proveen cobertura de oración a los miembros y a la
iglesia de la ciudad así como mantienen un frente de intercesión confrontativo
de alta efectividad, Efe. 4:11-16, Mat. 16:18, 1
Ped. 2:9.
5. Esta acción conjunta lleva a que la iglesia se transforme en lo que es la voluntad de Dios para cada ciudad en el continente: una columna y baluarte de la verdad, 1 Tim. 3:15, que predica no solo con sus palabras, sino mucho más fuerte y poderosamente con sus hechos: conductas y actitudes.
Los cinco ministerios de capacitación
y supervisión.-
El “proceso” por la evangelización de la ciudad en función de lo
proyectado para el continente, tiene como elemento ejecutor y supervisor,
hombres idóneos e irreprochables laborando en cualquiera de los cinco
ministerios funcionando de acuerdo al siguiente esquema:
El
ministerio apostólico y profético como punta de lanza,
quienes, con la autoridad de Dios arremeterían contra las fortalezas
espirituales demoníacas, en dependencia
y comunión con el Espíritu Santo, atarían a los “hombres fuertes”,
saquearían y tomarían sus armas dejando libres a los cautivos y oprimidos, es
decir, militarían en guerra espiritual de alto nivel o estratégica,
colaborando con Dios en la apertura de las puertas espirituales de la ciudad.
Esto en la práctica se relacionaría estrictamente con el ejercicio sacerdotal
intercesor apostólico y profético.
La acción de este equipo daría lugar a la intervención del
ministerio evangelístico, trasladando los que son liberados de la
influencia de las tinieblas por la
acción del Espíritu Santo al reino de Dios.
El fruto del trabajo del ministerio evangelístico: las personas
convertidas en función del poder manifiesto y visible del evangelio, pasarían
a manos del ministerio pastoral quienes son los llamados
y encargados de recibir a los nuevos nacidos, ministrarles sanidad espiritual,
emocional, mental, “asearlos, cuidarlos, etc”, es decir, el trabajo de
nodrizas, para prepararlos en el conocimiento y la vivencialidad del poder del
Resucitado.
El ministerio pastoral recibe la colaboración y el soporte del ministerio didáctico , es decir, la acción conjunta de los pastores y maestros, preparando a estos santos para la obra del ministerio, para la capacidad de disfrutar de la vida abundante y entrenados para hacer discípulos. A más de las funciones directivas.
Quienes
asuman el reto de implementar este proceso deben comprometerse a una labor
conjunta que fomentará, promoverá y apoyará lo necesario para la restauración
de estos ministerios en cada ciudad, en conjuntos ministeriales que supervisen
ciertos asuntos de doctrina y disciplina, sin interferir en la autonomía propia
de cada congregación.
Los obreros del proceso.-
Para llevar a cabo este trabajo con resultados genuinos, se requiere
trabajar en la promoción, formación, afirmación e integración de intercesores que cumplan con su
responsabilidad sacerdotal profética con los siguientes rasgos: adecuada, inteligente y estratégicamente; conociendo sus deberes y
derechos espirituales, jurídicos y facultades ministrativas para el ejercicio
del sacerdocio profético mediante el sustento y continua práctica de la
intercesión congregacional y corporativa; observando el
siguiente perfil psico espiritual y conductual:
Espiritualmente sanos, emocionalmente estables, seguros de su identidad en Cristo, moralmente limpios, éticamente rectos.
Conocedores
de la voluntad de Dios a cabalidad por un elevado dominio de las Escrituras.
Una muy elevada y desarrollada capacidad de discernimiento por uso constante de la mentalidad de Cristo y de las Escrituras.
Llenos
del Espíritu Santo para confrontar y disciplinar toda desobediencia.
En
autoridad por andar en el poder del Espíritu y por estar con la unción del Espíritu
Eterno.
Identificados a cabalidad probada y comprometidos absolutamente con el cuerpo de Cristo.
Conocedores
de sus dones otorgados y en ejercicio sacerdotal.
Instrumentos útiles, altamente productivos.
Este perfil debe ser alcanzado en las congregaciones que se involucran
directamente en la promoción e impulso de un proceso de esta naturaleza. Debe
ser también el perfil de intercesores en general que se consideran para las
labores primarias de un movimiento intercesor masivo.
Sin embargo, no son condiciones exclusivas de los
“superespirituales” intercesores que andan de “congreso en congreso” y
de “toma de ciudad en toma de ciudad” sin que se produzca un verdadero y
significativo resultado masivo; todo lo contrario, pequeños cambios en
beneficio de aquellas congregaciones que tienen recursos para organizar estos
“eventos” tales como “reputación de liderar una guerra espiritual” o
mejorar e incrementar las instalaciones, que solo redunda en el incremento del egoísmo, soberbia y arrogancia religiosa, resistiendo y rechazando la dirección
del Espíritu Santo por la verdad de la sana doctrina y dando lugar a una
mentalidad esquizoidea laodiceana.
EL EVANGELISMO Y
DISCIPULADO
Es necesario recalcar que la estrategia evangelística y discipular
tiene que ser tal que despliegue y revele la sabiduría de Dios especifica para
cada ciudad, de acuerdo a lo dicho en Efe. 3:10; esto significa que lo
que el Espíritu está haciendo en otra ciudad o país, no significa que se lo
deba aplicar localmente sin hacer las adaptaciones que el Espíritu indicaría,
sino, ¿dónde quedaría la manifestación de la “multiforme sabiduría de
Dios”? Lo que hizo y cómo lo hizo en otra generación, no significa que sea
un estricto modelo para las siguientes. El intentar aplicar rígidamente lo que
El Señor hace en otra ciudad o hizo en otra generación, sería ofensivo al
ministerio del Espíritu; y no permitir que Dios muestre lo que le tiene a la
ciudad, que dentro de Su multiforme sabiduría debe ser único, sería muy
inconveniente. Además, se viola el hecho de la singularidad de cada individuo y
de que esta singularidad es preservada en el proceso de nuevo nacimiento. De
igual modo, por extrapolación, se aplica al carácter singular de una ciudad o
más generalmente, de una étnia, la cual es sugerida explícitamente en
Evangelismo en el contexto del
sacerdocio.-
La labor evangelística en el contexto sacerdotal,
no consiste únicamente en predicar, o campañas masivas o cualquier actividad
que implique alguna movilización. Si no se tiene un respaldo adecuado,
inteligente y estratégico de intercesión y ejercicio sacerdotal, solo redundará
en “conversionismo”; un proceso de toma de la ciudad y del país que no es
otra cosa que presentar el evangelio en cada ciudad de manera adecuada, inteligente y estratégicamente. La labor
evangelística debe ir acompañada de un proceso de discipulado consistentemente
bíblico que afirme la decisión de una persona en términos de confirmar el
nuevo nacimiento; de tal modo que la labor evangelística debe incluir los
siguientes pasos:
1.-
La intercesión sacerdotal profética el soporte estructural del conjunto,
desarrollándose por etapas de crecimiento, afirmación y consolidación a favor
del cuerpo oficial de la iglesia, llegando a una intercesión a favor de la zona
en la que se encuentra la congregación o unidad ministerial y extendiéndolo a
la ciudad, ya que es necesario e imprescindible para una adecuada evangelización.
2.- Esto es la correcta, equilibrada y escritural aplicación de los elementos de guerra espiritual al nivel estratégico, dirigido a una evangelización efectiva y con resultados: gente que nace de nuevo y se vuelve al Padre basándose en el poder de Dios manifiesto.
3.-
Este
grupo debe ser insertado y hacerles sentir parte integral de la familia
espiritual, reeducados sobre los principios bíblicos para la adquisición de un
nuevo sistema de valores que determinen una conducta consecuente con el cambio
experimentado; sanados sus corazones, ya que vienen con sus personalidades
destruidas, traumas, y deformaciones conceptuales, entre otras cosas, siendo
necesaria una correcta aplicación de terapias bíblicas que permitan afirmar su
nueva personalidad en Cristo desarrollando confianza en el Padre celestial,
logrando la restauración, consolidación y crecimiento fructífero en las
esferas relacionales bíblicas: Dios, el prójimo, sí mismo.
4.- Luego, un adecuado soporte de discipulado que consista en la enseñanza de la doctrina mediante la exposición conceptual y demostración conductual por parte de los demás creyentes. Una verdad bíblica que no solo sea enseñada desde el púlpito, sino también demostrada en las acciones diarias.
5.-
Simultáneamente
debe enseñarse a conversar con Dios, basado en una relación de confianza y
dependencia desarrollando una vida de oración tanto en cantidad como en calidad
que permita y sustente el ejercicio sacerdotal intercesor y proclamación del
evangelio adecuada, inteligente y estratégicamente.
Los resultados son medibles.-
Este trabajo es necesariamente medible en cuanto a sus efectos, ya que al afectar sensiblemente las estructuras espirituales que mantienen la densidad demoníaca social, estas perderían su capacidad opresiva y resistiva y el Espíritu Santo puede obrar libremente en los no creyentes redarguyéndolos, iluminándolos, y convenciéndolos, de tal manera que las congregaciones crecerían sostenidamente, no sin dificultades ya que estas serán permisibles para fortalecer la fe; ejerciendo la autoridad del Señor y manteniendo la actividad de las tinieblas a raya, en niveles intrascendentes. Esto se traduce en resultados tangibles: TRANSFORMACIONES SOCIALES DEBIDO A TRANSFORMACIONES ESPIRITUALES.
Se debe asumir el
compromiso de servir, apoyar, coordinar, ejecutar y mantener las iniciativas de
cada miembro del cuerpo de Cristo que se integre a algún grupo ministerial para
el diseño y ejecución de planes de evangelismo masivo.
En el caso de una congregación, el prepararla para el ejercicio sacerdotal requiere un tiempo mínimo de 1 a 2 años aplicando un programa de estudios diseñado para el efecto de manera intensa y durante este periodo necesariamente se producirán cambios notorios tanto en la vida como en las relaciones interpersonales, debiendo estar preparados para afrontar tales cambios, que por lo general no son todos agradables ya que se producen a nivel de actitudes y condiciones morales que se mantienen ocultas. Luego de este periodo, la congregación entra en un crecimiento sostenido que debe mantenerse; este periodo es para fortalecimiento de convicciones y carácter de los intercesores y de la pastoral.
Un ejemplo bíblico que describe cómo es el proceso
a implementar se encuentra en el periodo de restauración del servicio de la casa de Dios en los
tiempos del rey Ezequías, 2 Cro. 29; constituyéndose en una lección y especificaciones operativas
que se resumen en el N.T. en 1 Tim. 2:1-4 en el cual se expresa lo que Dios quiere para los no
creyentes y expresa lo que debe ser prioritario para la iglesia: una intercesión buscando que
esta voluntad específica se cumpla.
Los
testimonios recabados de ocurrencia de transformaciones de comunidades enteras
por el poder del evangelio, demuestran y confirman esta secuencia como marco
general y que la formación de bases de intercesión en redes operativas,
permiten la ejecución de cualquier proceso evangelístico y discipular masivo
como los que en la actualidad se impulsan, ya que se trata de trabajar para el
Espíritu Santo, y no para que Él trabaje para “nosotros” o para algún
“ministerio”.
Objetivos para una labor de intercesión.-
Específicos.-
1.
Promocionar, fomentar, organizar y movilizar un
frente de oración unido entre las diferentes congregaciones y unidades
pastorales, a favor de los siervos y siervas del Señor
para que estén y se mantengan firmes, creciendo en todo lo que Dios ha
determinado, desarrollando un estilo de vida sacerdotal de oración, intercesión,
adoración, testimonio, comunión y buenas obras por la ciudad, barrio a barrio,
y por el país.
2.
Pedir a Dios por la
santificación y genuina unidad de Su pueblo en la ciudad, desde los dirigentes
hasta cada miembro y que impida que las actividades de los falsos profetas,
maestros y obreros fraudulentos dañen el testimonio público de la iglesia y a
los miembros más débiles.
3.
Rogar a Dios para que
impida el desarrollo de las obras de las tinieblas que coartan la acción del
Espíritu Santo hacia los que aun no son salvos, impidiéndoles el testimonio de
Jesús a sus vidas.
Generales.-
1.
Que la iglesia esté
capacitada y preparada para una evangelización integral estratégica
con claras y manifiestas señales del poder de Dios y del Espíritu Santo.
2.
La transformación socio
espiritual de los barrios en donde se localizan iglesias mediante el
reconocimiento de la autoridad de Dios en los miembros de la misma y su
respectivo crecimiento sostenido y adecuado.
3.
La evangelización
efectiva de la sociedad local por el testimonio de santidad, poder y unidad
de la iglesia, manteniendo la acción de las tinieblas en niveles restringidos y de poca
influencia.
4. La evangelización de todos o “al menos el 90 %” de la ciudad y el país.
De corazón ruego que, en oración y
ayuno, evalué estos puntos y considere la intención del Espíritu Santo y el
deseo del corazón del Padre
de empezar
a trabajar en serio por ser solícitos en guardar la unidad del Espíritu para
poder ver una visitación especial e histórica de Dios en las ciudades y
poder alcanzar la meta que Dios ha señalado.
[1] Traducciones tomadas y adaptadas del N. T.
INTERLINEAL GRIEGO ESPAÑOL. Fco. Lacueva. 1984 CLIE
[2] En el sentido de su pasión que los lleva a confrontar a las tinieblas y a sus agentes sin ningún miedo o temor.
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